jueves, 6 de agosto de 2009

Un Cambio De Vida (Cuento)

Están en todos lados, se dejan ver con facilidad. Son tan comunes que nadie puede percibirlos, seguro alguno de ustedes habla seguido con uno de ellos. Lo que pasa es que siempre nos hicieron creer que eran diferentes, pero si lo pensamos bien, eso tiene sentido.
Esta es la historia de uno de ellos, me la contaron hace poco y les confieso que al principio fue muy confuso, no la creí. No se que me hizo cambiar de opinión, quizás una vez que ustedes la sepan me logren entender. Lo difícil para mí fue darme cuenta que yo participaba de la historia.

Un día como cualquier otro, yo hacía lo mismo de siempre, vivía mi rutina. Buscaba mi escapatoria, mi cable a tierra o por qué no un cambio en mi vida. Para decir mejor, ese no fue un día cualquiera, porque ese día la conocí a ella. Fue de casualidad mientras almorzaba solo en el patio de comidas de un shopping. Se acercó y me preguntó si podía sentarse en mi mesa porque no había lugar. No les miento, no me gustó mucho la idea pero accedí. Un silencio incomodo era el tercer miembro de la mesa, hasta que comenzó a hablarme. Me hacía preguntas y yo solo contestaba con monosílabos, pero pasando los minutos se convirtió en una conversación y no lo niego me estaba divirtiendo. Era muy diferente a mí y eso me encantaba. Llegó el momento de volver al trabajo, la saludé luego de agradecerle el grato momento. Cuando ya había hecho diez pasos, volví y le pregunte si podía invitarla a tomar algo a la noche. Me contesto que le encantaría por lo que esa noche la pase a buscar y fuimos a un bar cerca del río. Hablamos y hablamos, le conté mi problema con mi rutina y ella me propuso que en los siguientes treinta días, en cada uno, iba a ayudarme a salir de ella, a hacer cada día una cosa diferente y nueva para mí. Dudé y le pregunté porque haría eso por mi, a lo que me contestó simplemente que porque le divertía, y ahí acepté.

Fueron veintiocho días increíbles, hice cosas que jamás me hubiese imaginado. No se las cuento porque para ustedes serían normales, pero para mi no. Me sentía a pleno, mi vida era otra, era feliz y le escapé a la rutina. No les voy a omitir que nos enamoramos.
Ese día ella me dijo que nunca había hecho algo como lo que estaba haciendo, que aquel día en el bar del río ella misma se sorprendió de su propuesta, pero que se sentía feliz de ayudarme a cambiar mi vida.

El día veintinueve no apareció donde habíamos quedado. No me atendió el teléfono, no estaba en su casa, no supe nada de ella. Lloré, eso era nuevo también para mí. Lloré mucho y me dormí.

Al despertarme salí de casa, era domingo. No había nadie en la calle. Me senté en un bar vacío. La volví a llamar, pero nada. Se acercó el mozo y se sentó en mi mesa. Me preguntó si podía hablarme y asentí.
“Conozco tu historia, y es justo que sepas la verdad. Están en todos lados, se dejan ver con facilidad. Son tan comunes que nadie puede percibirlos. Lo que pasa es que siempre nos hicieron creer que eran diferentes, pero si lo pensás bien eso tiene sentido”.
Yo no entendía de que hablaba y continuó. “No tienen alas, no se visten de blanco. ¿Qué sentido tendría poder identificarlos?”.
Le pregunté de que hablaba y siguió. “Parecen comunes, pero no lo son y ellos tampoco lo saben, ahí esta la magia. Todos tienen una misión y tampoco la conocen ni lo saben, ahí esta el desafío. Es perfecto!” Sonreía. “Ella era uno de ellos…”.
Interrumpí y pregunte qué era ella, de que hablaba.
“Un ángel, hombre, un ángel! Y su misión era a ayudar a cambiar la vida de alguien, y vaya si lo logró…”.
Pensaba que estaba soñando, que alguien me estaba haciendo un chiste, igual le seguí hablando: - Sí, me cambió la vida, pero…¿Dónde esta?
“Ya no esta ahí, cumplen su misión y pueden vivir tranquilos en su mundo, la mejor recompensa…”.
Lo volví a interrumpir. –¿No la voy a ver más?¿Que sentido tendría? Mientras reflotaba en mi cabeza el ya no esta ahí.
Sonrió más grande que antes. “Esto no es común, creeme que llevo años con esto…me cuesta creerlo a mí, imaginate…Al hacer que ella cumpla su misión, vos cumpliste la tuya, la más difícil de las misiones, la de hacer que un ángel cumpla con su objetivo…”.

No podía comprender nada, miraba la mesa. Levanté la mirada para que me siga explicando, pero ya no hizo falta. En su lugar estaba ella, y ya no estábamos en un bar. Me regaló una sonrisa y ese día número treinta duró por toda la eternidad.

Gastón Bahar (Barchu)

5 comentarios:

  1. Barchu, muy pero muy bueno, te felicito..
    ABRAZO...

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  2. Gasti:muy bueno, ojalá aparezca el ángel pero que sea de carne y hueso

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  3. primo del alma...... es la historia más linda y emotiva q leí.
    Decime q fue real, y por lo menos lograste cambiar tu rutina por 30 días!!!!

    te adoro.

    gracias por compartir este blog.

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  4. La verdad que resultó imposible terminar de leerlo sin que mis ojitos empezaran a brillar poco a poco... Creeme q conozco muchas personas pasaron por mi vida en el momento justo, cuando más lo necesitaba y en el fondo tengo mis dudas sobre si debajo de sus ropas llevaban o no un par de alas escondidas...

    Vicky Ramos

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  5. La verdad que resultó imposible terminar de leerlo sin que mis ojitos empezaran a brillar poco a poco... Creeme q conozco muchas personas pasaron por mi vida en el momento justo, cuando más lo necesitaba y en el fondo tengo mis dudas sobre si debajo de sus ropas llevaban o no un par de alas escondidas...

    Vicky Ramos

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